Desde que te ví parada ahí Me creíste un pichón. Quizás lo soy, no sé. Pero desde que te vi parada ahí, frente a mí, lo supe: “Un águila fingiéndose gorrión”, pensé. Aeropuerto de Panamá, vuelo hacia Quito. Atrasado. Escaseaban asientos donde esperar y yo, distraído, ocupaba dos. El mío y el del maletín del computador. Te paraste cerca, con la valijita rodante al lado. Sobre tu trajecito verde, el arbusto de pelos negros te escondía la cabeza. La cara. Me estudiabas. También al entorno. Todo un lanzamisiles en busca del blanco, tus ojos volaban de un objetivo a otro: la gente sentada, los parados, los que entraban del corredor, las ventanas, yo, el monitor de la puerta treinta y dos, el asiento de al lado. Saqué el maletín. Sin agradecer, te sentaste. Las alas de tu chaqueta se levantaron. Mostraron el pantalón pegado a la convexidad radical de tus nalgas. Te acomodaste encima de ellas. Diste vuelta el cuerpo hacia el corredor: nada de contacto conmigo. Ni con nadie más. ...
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Una novela familiar que es un puzle de sensaciones Anrés Ricciardulli, El observador, 30/9/2018 Así como en el autor se mezclan los países, las profesiones y los recuerdos, parece lo mismo pasarle con los géneros literarios ya que su última novela, Nunca te duermas escuchando relatos de amor , conjuga con elegancia poesía, prosa, realismo y ficción sin renunciar a una ingeniería literaria compleja que a veces juega a favor al texto y a veces en contra. Porque si algo no es esta novela es sencilla. Necesita para relucir en todo su esplendor la absoluta concentración del lector, ya que es fácil perder el hilo de una historia que va del presente al pasado y viceversa, que tiene frecuentes disgresiones y una trama sinuosa que se divide en senderos que se bifurcan inesperadamente para sorpresa del lector. El argumento es triple porque hay una muerte y un sospechoso. Por otro lado una saga familiar y también un juego erótico en varias puntas que se desarrollan poco a poco. ...
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