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Mostrando entradas de diciembre, 2009

Festejar la luz

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¿Qué se celebra en la Navidad ? La fecha del nacimiento de Cristo es y será objeto de debate de los adoradores de las superficies. De los envoltorios. Pero, ¿Cuál es el concepto de la celebración? ¿Cuál es el espíritu que la anima? No es casual que la navidad coincida con las antiguas fiestas del solsticio de invierno boreal. A partir de esta fecha, el sol empieza a ir más alto. Los días se alargan: el renacer de la luz. Eso festejaban nuestros ancestros. Y seguimos festejando nosotros. Lo que otrora eran hogueras, hoy son fuegos de artificio, guirnaldas eléctricas. Velas. Cuando vino el Evangelio, habló de la estrella de Belén. la luz guiando el cielo. Orientando. "Ego sum lux Mundi", dijo Jesús, "Yo soy la luz del mundo" " La Luz está entre vosotros solamente por un poco de tiempo; caminad mientras tenéis Luz, antes de que la noche caiga sobre vosotros. El que camina en la oscuridad no sabe dónde va; mientras tengáis Luz, creed en ell
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La noche en Latacunga no le dio lugar al sueño: hubo un casamiento con mariachis a 6 metros de mi habitación. A las 8 am llegó Paco Plaza, poeta, cantor profesional de boleros, abogado y químico: - Vamos a escalar el Cotopaxi. - No tengo equipo. Ni entrenamiento. - Yo tampoco. Compramos filtrosol y encaramos. Por el camino, me aclaró: - No vamos a llegar al glaciar, no te preocupes. Nos quedamos a los 4000 metros. y yo: - Paco, soy uruguayo. En las fotos estamos a los 4.800, faltos de oxígeno. Seguimos. Luego, ya cercanos al glacial, no éramos más ni yo ni Paco ni Eric ni Daniel (un holandés y un guatemalteco que se aventuraron con nosotros). Dejas de pensar. Lo único que importa es que el grupo siga. Respirar, caminar. Resistir. Llegamos al hielo azul. Y el cielo blanco. Nadie habló. Ni escribió. Como dice Cortázar, en "Rayuela": "Nos reincorporamos al oscuro fuego central olvidado. Nos vimos devueltos a un origen traicionado". Tuve que hacerme guantes con bolsas d
Desde que te ví parada ahí Me creíste un pichón. Quizás lo soy, no sé. Pero desde que te vi parada ahí, frente a mí, lo supe: “Un águila fingiéndose gorrión”, pensé. Aeropuerto de Panamá, vuelo hacia Quito. Atrasado. Escaseaban asientos donde esperar y yo, distraído, ocupaba dos. El mío y el del maletín del computador. Te paraste cerca, con la valijita rodante al lado. Sobre tu trajecito verde, el arbusto de pelos negros te escondía la cabeza. La cara. Me estudiabas. También al entorno. Todo un lanzamisiles en busca del blanco, tus ojos volaban de un objetivo a otro: la gente sentada, los parados, los que entraban del corredor, las ventanas, yo, el monitor de la puerta treinta y dos, el asiento de al lado. Saqué el maletín. Sin agradecer, te sentaste. Las alas de tu chaqueta se levantaron. Mostraron el pantalón pegado a la convexidad radical de tus nalgas. Te acomodaste encima de ellas. Diste vuelta el cuerpo hacia el corredor: nada de contacto conmigo. Ni con nadie más.
HAIKU/2 UNIVERSO Abres el tubo, el rouge entra en erupción. Te acaramela.
Los peligros de ser poeta: Joshua Tof (filósofo ruso), define el rap como "la carcajada del muerto en el velorio de la poesía". Acabo de leer la siguiente noticia: "El famoso rapero Curtis Jackson confiesa que le teme a las mujeres". Parece que la cosa es seria, ya que más abajo informan: "Lleva todo el tiempo chaleco antibalas". Querido Curtis: sé que ingresas a este blog dos veces por día. ¿Qué puedo decirte? 1- Eres muy inocente si piensas que soportar el peso de un chaleco blindado será suficiente para defenderte de las mujeres. Lo único que lograrás es encorvarte y, además de serles sumiso como siempre, mostrarte mendicante. 2- ¿Quién te manda tener 500 millones de dólares? ¡Pensar que no faltan los que piensan que ser poeta es aburrido, y encima no da dinero!

Lanza Cuchillos

Oscuro. Más que la noche. Lo vi venir por eso, algo que opacaba lo ya negro. Un contorno humanoide, un aura con signo de menos bebiéndole luz a la sombra. Me asusté. Ya estaba parado fuera del coche cuando apareció. De la nada: - Una ayudita y le cuido la máquina, si no acá se la rayan – el tono está lejos de la mendicidad. Amenaza. No me mira a los ojos. Ni siquiera al rostro. Tiene la vista fija en mis bolsillos. Mis jeans. “Me va a robar los pantalones”, pienso, “o la billetera, si la saco”. En medio del escalofrío, arriesgo: - Ahora no tengo. Voy al almacén, cuando vuelva te doy. - ¿O sea que anda con plata grande…? - sigue con los ojos en el mismo lugar. “Debo tener el cierre abierto”, pienso. Miro. No es así. Todo en orden. Intento caminar. Esquivarlo. Me lo impide. Se me para adelante con una mano en el bolsillo: – ¡Plata grande! ¡Eso es lo que me recetó el doctor! – ya es prácticamente un asalto