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Mostrando entradas de abril, 2010

Compañía

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Los ascensores de mi casa, en la Rúa Perrella de Sao Paulo, son un poco briosos. Se sacuden, hacen ruidos. Vivo en el noveno, último piso al que llegan. Hay apartamentos en el décimo, pero los habitantes deben subir al noveno y seguir por escaleras. Ella vive encima de mí. Yo, 901, Ella 1001. Hemos coincidido varias veces en la aventura del elevador. Si no estoy muy apurado y el ascensor está vacío, espero un poco a ver si aparece alguien. Y Ella baja con su hija a la hora que yo salgo. - Es que el año pasado me tocó estar encerrado en un ascensor durante más de media hora. Prefiero ir acompañado – le cuento. - Claro – me dice. Y, como siempre, me mira raro. A los ojos, como para descifrarme. Ayer llegué de una Feria en Porto Alegre. Venía con el disfraz de empresario: chaqueta azul, camisa negra. Me saqué la corbata bajo la mirada nublada de la vecina. - Estoy tan cansado. - Muchos viajes, ¿verdad? Y esas cosas. Lo curioso es que al llegar al octavo, la mujer se hizo a un lado como