De repente (Marosa di Giorgio, Papeles salvajes)
De súbito, estalló la guerra.
Se abrió como una bomba de azúcar
arriba de las calas.
Primero, creíamos que era juego;
Primero, creíamos que era juego;
después, vimos que la cosa era siniestra.
El aire quedó ligeramente envenenado.
Se desprendían los murciélagos desde sus escondites,
sus cuevas ocultas caían a los platos,
El aire quedó ligeramente envenenado.
Se desprendían los murciélagos desde sus escondites,
sus cuevas ocultas caían a los platos,
como rosas, como ratones que volvieran del infinito,
todavía, con las alas.
Por protegerlos de algún modo, enumerábamos los seres y las cosas: Las lechugas, los reptiles comestibles, las tacitas...".
Pero, ya los arados se habían vuelto aviones; cada uno, tenía
calavera y tenía alas, y ronroneaba cerca de las nubes, al alcance de la manos pasaron los batallones al galope, al paso.
Se prolongó la aurora quieta, y al mediodía, el sol se partió;
uno fue hacia el este,
el otro hacia el oeste.
Como si el abuelo y la abuela se divorciaran.
Se prolongó la aurora quieta, y al mediodía, el sol se partió;
uno fue hacia el este,
el otro hacia el oeste.
Como si el abuelo y la abuela se divorciaran.
Max Trent sobre "Angels in America"
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