Insolación



Insolación
“Qui amat periculum in illo peribit”

(Quien ama el peligro perecerá en él, Eclesiastés 3.27)

El viento pasa en rachas de motocicletas
cabelleras sueltas, golpes de carretera.
Y luego nada.
Un buitre gigante, como los nuevos Airbus
traza lazos de negro territorio
sobre la cruz de caminos.

El ser humano está hecho para viajar.
Prueba de ello son las piernas, la imaginación.
Las alas de aluminio.

Hay petróleo en el bitumen de la ruta
y se va derritiendo bajo cada golpe de acelerador.

Hay petróleo en la carretera, siglos
milenios, marcan presencia en mis narinas.

Es petróleo del suelo y quiere todavía
volver al sol irreversible que lo engendró.

Cruce de caminos, me detengo,
escribo en el bitumen:
“Moto, mochila, cantimplora. María.”
El miedo me agacha la cabeza,
los cabellos entran en agitación
bajo las andanadas ya rasantes de la sombra.

Quien tiene pulso de verdad
 no precisa relojes.

Mis zapatillas se funden con el suelo derretido
en aleación espontánea.
Justo a tiempo, desanudo los cordones
doy un salto vital
y descalzo, resucito el motor
con un golpe de mano.

Allá atrás va quedando el testimonio
de ojo lateral y zapatillas picoteadas.

El ser humano está hecho para insolar la vida
y aún así
escapar.

Fernando Fabio Villalba

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