Lluvia de verano en Vila Madalena
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Pasó a mi lado y silbaba
Llevaba melenita justa
tan roja , tan lisa
inverosímil.
inverosímil.
Casi una toca
de monja o de diablo.
Casi una antorcha
de combustión pesada.
Se paró a escuchar
el teléfono móvil
como si el andar pudiera
cegarle los oídos.
Escuchaba en modo
viva voz.
El hombre rapeaba
chorros de reproches,
consejos, ofensas.
Cosas del lastimar.
Mientras, la pelirroja,
devoró la avenida
con el asombro azul
encerrado en trazos
apenas decididos
de delineador.
Guardó el aparato
sin cortar la llamada
en la cartera fucsia
Louis Vuitton.
Allí adentro, el hombre
ahora se explicaba
en clave de disculpa.
Reaundó la marcha
bajo lentes de sol encarecido
por alguna marca
que no supe leer.
Cuando se soltó
la lluvia en la avenida
ya iba de mejillas embarradas:
sal, delineador.
Dejó el bolso implorante
sobre un bote de residuos.
Pasó a mi lado y silbaba
una canción.
Parecía Rolling Stone.
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